miércoles, 10 de julio de 2013

SENCILLO

somiador
Ante mis ojos danzan de forma siniestra e hipnotizante las llamas de estas velas, tenue luz que se refleja en estas mis húmedas pupilas… no temo su suave calor desafiante, pues más quema la pasión que consume mi alma cuando siento que está cerca, o las llamas del desespero cuando la sé lejos. Respiro profundamente… inspiro… … espiro… … inspiro… …espiro… cierro los ojos inspiro… un segundo… espiro despacio por tres segundos… abro los ojos… eterna la llama sigue en su danza… muero con el desespero.
Postrado estoy frente estas pequeñas hijas del infierno que acudieron para darme tormento… parecen no consumirse, y mientras viven, muero en el desespero de la ausencia… prohibido buscarte mientras vivan éstas malditas. Mis ojos sobre las endiabladas llamas que se fingen eternas aun cuando saben que nada es eterno en el mundo terrenal, pero son pacientes mientras mi alma llora impaciente.
Me hallo en esta tesitura por faltar a una norma, pues fue mi delito robar un beso sin pedir permiso, atrevimiento impulsivo de un corazón enamorado, olvidando el carácter celestial de la que manda sobre mis designios. Por penitencia, esposado al destino de estas velas, pues mientras tengan soplo de vida, alejada de mi presencia, de mi vista…privado de su compañía por eternas horas de fuego iluminado.
Pienso en ese instante del ayer. Presentose ELLA en la cafetería del centro, mientras yo tomaba sorbos de tiempo consumido… portaba vestido rosa satén escotado, subía la prenda por los divinos hombros dejándose rozar por las puntas de los cabellos que caían sobre ellos… espalda al viento, brazos al descubierto, acariciabala el sol de la tarde… ceñido en la cintura, bajaba hasta media pierna con corte en diagonal constituyendo entretenimiento de las piernas al caminar, que dejaba a la imaginación buscar el medio muslo que nunca se terminaba de ver… y se sentó frente a mí, con esos luceros en la cara, y esas fresas rojas maduras por labios que llamaban a ser devoradas, y no lo dudé… me arriesgué… me levanté… la cogí por las manos… la levanté… sentí que no se resistía… me abalance en busca de sus labios de fresa… saboree esa fruta prohibida, y al cogerla por la cintura la sentí cerca… composición bioquímica no descubierta por la ciencia, combustión instantánea en mi alma, ardía de deseo… fue su lengua la que supo sofocar parte del fuego intenso, y cuando parecía que se podría extinguir, tomó las riendas, cual amazona de antaño, para recordarme que no era yo, simple mortal, quién tomaba las iniciativas. Fue un solo empujón el que me hizo caer sobre la silla. Me sonrojé. Una pareja de ancianos nos miraba con sorpresa. Me acaloré, al tiempo que imaginé envejecer al lado de aquella deidad. Apartó con su mano derecha el faldón del vestido y alzó su pierna con energía, y colocó tacón de zapato de terciopelo a juego con el color rosado sobre mi muslo, dejando caer la punta justo en el centro de mi entrepierna. Entrecortada respiración de la excitación. Tembló mi voz al pedir perdón. Me silenció con un gesto colocando su dedo índice derecho en las maduras fresas de su boca, mientras sentí la presión del zapato que aplastaba al soldado que pretendía alzarse en batalla. Quise mirar a mi entorno avergonzado, mas no podía mover los ojos de la rodilla expuesta. Impulsado por un subconsciente infantil y juguetón besé la piel de melocotón dispuesto a perder allí mismo el control. Posó la mano en mi cabeza, con poca fuerza empujó, reprimiendo toda iniciativa. Retiró el pie rasgando por mi pierna con aquél tacón seductor. Liberado, explotaba bajo el pantalón. Se sentó sobre mis piernas. Pasó el brazo por detrás de mi nuca. Con la otra mano acarició mi barbilla y alzó mi cara. Mis ojos en sus ojos. Sus ojos en mis ojos. Un silencio sepulcral que aceleraba mi pulso. Acercó sus labios a los míos, mas solo un soplo... se dirigió a mi oído y me recordó que no había falta que no fuese sancionada. Me preguntó qué era lo que más deseaba. Sin pensar contesté que la deseaba. Sentí como su respiración buscaba mi oído. Jueza, Jurado y verdugo, impuso sentencia de condena en aquel mismo lugar y a ejecutar a la mañana siguiente.
kodakls743-somiador
Ayer cometí la falta y hoy en esta oscura habitación me tiene encerrado, solo con las llamas, y solo volverá cuando las mismas hayan expirado por consumación… tardan las endiabladas en morir… muero por sentirla cerca. Restan en las nalgas firmas de una celestial dama, tributo a la exigida obediencia. No alzo la mirada más alta que la línea de las velas. No sé si se encuentra a unos metros, no sé si se encuentra a lo lejos… solo ansío la oscuridad, pues en ese instante se que ella volverá… morid hijas de Lucifer… pues con vuestra extinción nacerá la ilusión de hallarme a los pies de la que es ÚNICA.

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