somiador |
Ante mis ojos danzan de forma siniestra e hipnotizante las
llamas de estas velas, tenue luz que se refleja en estas mis húmedas pupilas…
no temo su suave calor desafiante, pues más quema la pasión que consume mi alma
cuando siento que está cerca, o las llamas del desespero cuando la sé lejos.
Respiro profundamente… inspiro… … espiro… … inspiro… …espiro… cierro los ojos inspiro…
un segundo… espiro despacio por tres segundos… abro los ojos… eterna la llama
sigue en su danza… muero con el desespero.
Postrado estoy frente estas pequeñas hijas del infierno que
acudieron para darme tormento… parecen no consumirse, y mientras viven, muero
en el desespero de la ausencia… prohibido buscarte mientras vivan éstas malditas.
Mis ojos sobre las endiabladas llamas que se fingen eternas aun cuando saben
que nada es eterno en el mundo terrenal, pero son pacientes mientras mi alma
llora impaciente.
Me hallo en esta tesitura por faltar a una norma, pues fue
mi delito robar un beso sin pedir permiso, atrevimiento impulsivo de un corazón
enamorado, olvidando el carácter celestial de la que manda sobre mis designios.
Por penitencia, esposado al destino de estas velas, pues mientras tengan soplo
de vida, alejada de mi presencia, de mi vista…privado de su compañía por
eternas horas de fuego iluminado.
Pienso en ese instante del ayer. Presentose ELLA en la
cafetería del centro, mientras yo tomaba sorbos de tiempo consumido… portaba
vestido rosa satén escotado, subía la prenda por los divinos hombros dejándose
rozar por las puntas de los cabellos que caían sobre ellos… espalda al viento, brazos al
descubierto, acariciabala el sol de la tarde… ceñido en la cintura, bajaba
hasta media pierna con corte en diagonal constituyendo entretenimiento de las
piernas al caminar, que dejaba a la imaginación buscar el medio muslo que nunca
se terminaba de ver… y se sentó frente a mí, con esos luceros en la cara, y
esas fresas rojas maduras por labios que llamaban a ser devoradas, y no lo
dudé… me arriesgué… me levanté… la cogí por las manos… la levanté… sentí que no
se resistía… me abalance en busca de sus labios de fresa… saboree esa fruta
prohibida, y al cogerla por la cintura la sentí cerca… composición bioquímica
no descubierta por la ciencia, combustión instantánea en mi alma, ardía de
deseo… fue su lengua la que supo sofocar parte del fuego intenso, y cuando
parecía que se podría extinguir, tomó las riendas, cual amazona de antaño, para
recordarme que no era yo, simple mortal, quién tomaba las iniciativas. Fue un
solo empujón el que me hizo caer sobre la silla. Me sonrojé. Una pareja de
ancianos nos miraba con sorpresa. Me acaloré, al tiempo que imaginé envejecer al lado de aquella deidad. Apartó con su mano derecha el
faldón del vestido y alzó su pierna con energía, y colocó tacón de zapato de terciopelo
a juego con el color rosado sobre mi muslo, dejando caer la punta justo en el
centro de mi entrepierna. Entrecortada respiración de la excitación. Tembló mi
voz al pedir perdón. Me silenció con un gesto colocando su dedo índice derecho
en las maduras fresas de su boca, mientras sentí la presión del zapato que aplastaba al
soldado que pretendía alzarse en batalla. Quise mirar a mi entorno avergonzado,
mas no podía mover los ojos de la rodilla expuesta. Impulsado por un
subconsciente infantil y juguetón besé la piel de melocotón dispuesto a perder
allí mismo el control. Posó la mano en mi cabeza, con poca fuerza empujó, reprimiendo toda iniciativa.
Retiró el pie rasgando por mi pierna con aquél tacón seductor. Liberado,
explotaba bajo el pantalón. Se sentó sobre mis piernas. Pasó el brazo por
detrás de mi nuca. Con la otra mano acarició mi barbilla y alzó mi cara. Mis
ojos en sus ojos. Sus ojos en mis ojos. Un silencio sepulcral que aceleraba mi
pulso. Acercó sus labios a los míos, mas solo un soplo... se dirigió a mi oído
y me recordó que no había falta que no fuese sancionada. Me preguntó qué era lo
que más deseaba. Sin pensar contesté que la deseaba. Sentí como su respiración buscaba mi oído. Jueza, Jurado y verdugo, impuso sentencia de condena en aquel mismo lugar y a ejecutar a la mañana siguiente.
kodakls743-somiador |
Ayer cometí la falta y hoy en esta oscura habitación me
tiene encerrado, solo con las llamas, y solo volverá cuando las mismas hayan
expirado por consumación… tardan las endiabladas en morir… muero por sentirla
cerca. Restan en las nalgas firmas de una celestial dama, tributo a la exigida
obediencia. No alzo la mirada más alta que la línea de las velas. No sé si se
encuentra a unos metros, no sé si se encuentra a lo lejos… solo ansío la
oscuridad, pues en ese instante se que ella volverá… morid hijas de Lucifer…
pues con vuestra extinción nacerá la ilusión de hallarme a los pies de la que
es ÚNICA.
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